lunes, 11 de enero de 2016

Space Farewell.


Hoy ha sido un día raro.

La noche, la he pasado dando vueltas en la cama, como un insecto en la lluvia que queda atrapado finalmente en un charco en el suelo y gira alrededor de un sumidero, luchando por no ser tragado.
A las 9 de la mañana, con un par de horas de sueño en el cuerpo, he salido a la calle y a pesar de ser 11 de enero, la lluvia, la niebla y el viento, hacía un inusitado bochorno creando una atmósfera tan incómoda como inoportuna.
Entro en una cafetería atestada de gente de miradas vacías pero llena de rutina, y entonces descubro una noticia que completa un día que apenas había comenzado; David Robert Jones, nacido en Londres en 1947, más conocido como David Bowie, ha muerto.
He salido de la cafetería aturdida, y de repente la atmósfera había cambiado por completo. Ahora el clima era más coherente. Hacía el frío correspondiente a la época del año, la lluvia y el aire eran molestos y el cielo tenía el tono gris propio de un lunes en el que la gente se está incorporando con suma pesadumbrez a sus puestos de trabajo después de estos días de vacaciones.
 

Hace sólo tres días, el 8 de enero, se publicaba el último álbum del artista coincidiendo con su 69 cumpleaños. “Blackstar”, su última obra, en la que se ha encargado de dejarnos un guión repleto de pistas, que completa su sentido y hoy asume un significado, una dimensión completada.

Él, que siempre ha sido enigmático y ha sabido jugar con nuestros sentidos como un ilusionista, sabía que pronto terminaríamos por entender su última obra, completándola de la forma más natural que existe; la muerte. Y es que Bowie siempre ha ido un paso por delante, siempre ha sido un gran mago.

Hoy ha cerrado el telón, dejando abierta una gran paradoja para la historia. Lo excéntrico, lo raro, lo difícil, ha terminado de la forma más sencilla y natural. Igual sucede con su última obra, siendo el resultado del anuncio de su muerte, su disco más vital.

El gran genio, ha reinventado la música en numerosas ocasiones, como los locos hacen con la vida, y como se reinventaba, camaleónico, a sí mismo con las múltiples personalidades en las que se ha reencarnado a lo largo de su extensa carrera (The Thin White Duke, Aladdin Sane, Halloween Jack, Ziggy Stardust…) Creo que el hecho de que hiciera ya tiempo que no mostrara un alter ego, era porque conscientemente quería dejarnos constancia de que él mismo sería su propia creación más ambiciosa, ahora siempre nos quedará su doppelganger en la atmósfera terrestre.

David Bowie también reinventó, entre tantas otras cosas, la Ciencia Ficción, haciéndola más palpable, accesible y contribuyendo a su expansión.

Quiero subrayar la versión que hizo Chris Hadfield de “Space Oddity”, a bordo de la Estación Espacial Internacional. Hace sólo 4 días, la NASA felicitaba a Bowie por su 69 cumpleaños.

Aquí la versión alabada por el propio Bowie, de Chris Hadfield, a bordo de la ISS:




“Space Oddity”, fue compuesta por Bowie cuando sólo tenía 22 años, fue lanzado en julio de 1969 coincidiendo con el aterrizaje del Apolo 11 en la Luna, y tiene numerosos guiños a 2001: Odisea en el Espacio, dirigida por el gran cineasta Stanley Kubrick.

Dos años después conocimos a uno de sus alter ego más famosos; Ziggy Stardust, un andrógino extraterrestre protagonista de su álbum “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars”, el cual incluye la canción “Life on Mars?”, su venganza personal contra “My Way” de Frank Sinatra. 
Este disco, hizo sin duda que la Ciencia Ficción dejara de estar sólo en los libros y las películas de aquella época, aunque en estos campos tampoco se quedó atrás, ya que también protagonizó películas como “The man who fell to Earth” en la que interpretaba a un extraterrestre procedente de Anthea, un planeta al borde del Apocalipsis. Sus visiones apocalípticas también eran patentes ya en algunas de sus primeras canciones como “We are hungry men”

Más tarde, la canción “Scream like a baby” de su disco “Scary Monsters (And Super Creeps)” recuerda a la ficción distópica  y nostalgia futurista planteada por George Orwell en 1984.

Para terminar con su breve repaso en la Ciencia Ficción y en el cine, quiero destacar sus interpretaciones de “Goblin King” en “Labyrinth”, película que me hizo soñar de niña,  su papel de Nikola Tesla en “The Prestige”, dirigida por Christopher Nolan, y el onírico cameo en la famosa serie de David Lynch, Twin Peaks:




No voy a hacer una crónica sobre su carrera, porque es demasiado extensa, así que a continuación me voy a centrar en sus últimos días, en forma de humilde homenaje.

En “Blackstar”, un álbum compuesto por siete evocadoras canciones, Bowie ha incorporado un cuarteto de jazz, para no hacer jazz exactamente. A la producción, por supuesto, Tony Visconti.

El saxofón de Donny McCaslin, conocido por hacer versiones de artistas como Aphex Twin, tiene un papel protagonista en el álbum, pero en lugar de otorgar suavidad y melodía a las pistas, nos ofrece un sonido desasosegante, sin caer el caos, y subrayando la decadencia, la vesania, lo inquieto. Un saxo quejumbroso y lúgubre, pero que nos embelesa, que nos hipnotiza.

El single homónimo, una composición psicodélica de 9 minutos y 58 segundos, también resultó imponente. Un tema que le ha llevado fuera nuestra galaxia… una vez más.

 El inquietante comienzo, nos introduce con un ritmo sincopado que va abriéndose paso en la melodía y escuchamos la voz cantando en un tono casi litúrgico, como guiando un ritual. En el vídeo, vemos un esqueleto vestido de astronauta aterrizando en un paisaje árido, desértico, mutante y se puede ver como Bowie predica para una especie de religión ocultista.
Todo podría formar parte de las reflexiones del propio Bowie sobre la muerte.

“En la villa de Omen, se erige una vela solitaria, en el centro de todo, tus ojos”

Hace cinco días salía a la luz, “Lazarus” la crónica de una muerte anunciada. Su particular despedida, cuando nadie imaginaba que muy pronto volvería a formar parte de las estrellas que nunca dejaron de ser su segundo hogar. O más bien su casa habitual, siendo la Tierra una especie de residencia vacacional donde venía de vez en cuando a dejarnos estupefactos a los simples humanos.

Aquí el vídeo de “Lazarus” su testamento, su adiós a los terrícolas.






"Estoy en el cielo. Tengo cicatrices que no se pueden ver. Un drama que no puede ser robado. Todo el mundo me conoce ahora"


Podemos comprobar en esta última obra, como David Bowie fue alguien de quien todos tenemos mucho que aprender. Hasta sus últimos días nos ha demostrado que jamás se dejó llevar por lo frugal, y nunca perdió el deseo de aprender, de experimentar, y de trascender.


Farewell dear David.
Descansa en tu lecho de polvo de estrellas.

Siempre has sido un fantasma cósmico, ahora eres como una gigante roja que ha sido y es lo suficientemente grande como para engullir planetas.

Y aún después de morir, seguirás brillando billones de años, con el insuperable fulgor de una explosión de supernova.

Como una cucharada de materia de enana blanca, una canción tuya pesa muchas toneladas.

Como la estrella supergigante que eres, el polvo de tus elementos se dispersará por el espacio dando origen a otros planetas y estrellas a lo largo y ancho del cosmos.


Rest In Space.

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